Amanecer diferente, con la crónica de una muerte anunciada…
A las once de la noche el Secretario de Salud hizo el anuncio. Debido a un brote, todavía no sabemos si llamarlo fiebre porcina –el nombre que le da la prensa extranjera- o una nueva mutación del virus de la influenza, igual y originalmente de la variante del virus que ataca a los cerdos, se suspendían las clases en la ciudad y el estado de México.
Pronto se agotaron los cubrebocas, mil gentes preocupadas prontamente acudieron a los centros de Salud y algunos de ellos –las cifras varían de medio en medio- de plano fueron retenidos para observación y diagnóstico. Hasta la madrugada la cifra oficial de muertos es de 64, 8 en las últimas 24 horas.
Los diarios del mundo hicieron del brote su encabezado de primera plana. La ciudad de México, que no era noticia desde el temblor del 85 volvió a hacer de las suyas.
¿Se trata de algo serio? ¿De una jugada política –en la que el PAN se encumbrará como paladín de la salud- ante las cercanas elecciones intermedias? ¿Un ataque bioterrorista? ¿Le sembraron el brote a la comitiva de Obama cuando estuvo en el país el fin de semana pasado? ¿Una jugada de algún laboratorio para que el sector salud vacíe sus bodegas de antivirales y tenga que comprar nuevos?
Resulta evidente que uno de los peligros que corre la humanidad en general es el afloramiento de una pandemia. De una epidemia a nivel global que, como antaño la peste, acabe con un alto porcentaje de la población mundial.
Un brote epidémico, sea del tamaño que sea, y se maneje con las finalidades que sean, apela a ese miedo colectivo de la muerte infecciosa tan frecuente en el pasado humano.
Lo aparentemente peor en este caso es que el mismo secretario de Salud ha declarado que no tiene caso vacunarse ya que se trata de una sepa de influenza nuevo. Lo único efectivo es el tratamiento con antivirales y ese está controlado por un solo laboratorio. Una sola medicina es efectiva. El sector salud se reserva el derecho de repartir los tratamientos… Acudir al médico particular en este caso no tiene sentido. En las farmacias el medicamento está agotado (Ayer había una sola caja en todas las sucursales de “Farmacia del Ahorro” en Cuernavaca).
Lo que está viviendo la ciudad de México es, como lo diría Gabo, la “Crónica de una Muerte Anunciada”; pero las modalidades de sospecha que desde siempre surgen en torno a todo lo que emana de nuestro gobierno, la invalida en gran medida.
Hasta ahora no hay razones para apanicarse verdaderamente. Los chivos expiatorios, en este caso “cerdos” expiatorios, siguen funcionando y ya veremos las repercusiones más adelante…
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