jueves, 14 de mayo de 2009

La entrada de hoy es un video de Geomtría Sagrada sobre el que he estado trabajando en estos días. Todavía le falta la segunda y tercera parte, que ya las estaré haciendo en estos días... Esta serie es para la propuesta sistémica de "El Anarquista Mísitco":


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domingo, 10 de mayo de 2009

Anulemos nuestro voto

Si te gusta la propuesta que describo a continuación, copia el texto a tu mail y envíalo a todos tus contactos... Supongo que lo agregaré a mis propuestas de campaña en uno o dos días...


¿Estás inconforme con el gobierno?

Si importar tu ideología, sin importar como pienses. Si estás inconforme demuéstralo.
La consiga es: “NO VOTO POR NINGUNO”

En julio habrá elecciones para diputados. En algunos estados habrá elecciones locales este año.

La pregunta:

¿Cómo puedo, como ciudadano común y corriente demostrar mi inconformidad con lo que está haciendo el gobierno?

Usando las herramientas legales actualmente existentes la única forma de hacerlo votar anulando tu voto.

El partido que tradicionalmente ha ganado todas las elecciones (y quizá las siga ganando) es el Partido Abstencionista. Todo aquél que no acude a las urnas no solo vota, sino que es miembro de ese partido. Lo triste del asunto es que para el sistema político como está diseñado actualmente no votar no es un acto político. Se toma como una forma de desinterés. Como una desidia ciudadana. Para los políticos quien no vota es un mal ciudadano. No votar no cambia nada. Solo aumenta el número de aquellos que son malos ciudadanos.

¿Pero cómo puedo votar si no estoy conforme con ninguno de los candidatos? Si siento que ninguno de ellos se acerca a la forma como pienso, que ninguno propone las soluciones que yo siento que son las correctas, etc. ¿Aun más, como puedo votar por alguien si siento que no me representaría realmente?

Trascendamos las ideologías.

No seamos conformistas con esos que dicen querer representarnos.

No validemos sus políticas con nuestro voto.

Si estas inconforme con el gobierno y quieres que las cosas cambien lo que tienes que hacer es muy sencillo.

Acude a votar pero indica claramente que no votas por ninguno de los que están en la papeleta electoral.

Cruza la papeleta y pon claramente: “No voto por ninguno”

El código electoral prevé la anulación de un voto básicamente cuando el voto es incierto. Es decir que se crucen varios candidatos o partidos, que no quede claro por quien votaste, etc.
Si una campaña de “No voto por ninguno” llegara a ser la ganadora, tendría un impacto importante. Sería una forma de asentar claramente que no deseamos ni queremos que nos sigan gobernando de la forma como lo están haciendo. Los partidos políticos se verían forzados a reflexionar. A analizar porque todos los ciudadanos han expresado su descontento de esa forma tan clara.

Así que, si te identificas con lo dicho ve a votar y vota así:

Pon una gran cruz sobre toda la papeleta y las palabras: “No voto por ninguno”

No voto por ninguno necesita de cientos de miles de votos para ser efectivo.

Es la sentencia más efectiva que puedes dar a tus gobernantes.

Exprésate. No seas conformista.

Reenvía este correo a todos tus contactos.

Es hora de actuar y cambiar las cosas. No esperes que los políticos cambien si tu no haces nada para que lo hagan. Aquí tienes una opción simple y efectiva.

“No voto por ninguno.”

Atrévete a cambiar las cosas. Exige el cambio.


Hasta aquí el mail. Ahora un poco más de reflexión al respecto.


La idea de todo esto me llegó del manual del mismísimo IFE para funcionarios de casilla (me nombraron presidente de mi casilla estatal donde se eligirán diputados locales y presidentes municipales).

En las elecciones anteriores (2006) también participé como funcionario en calidad de escrutador y viví en mi casilla la abrumadora victoria de AMLO que se murió en el transcurso de aquella memorable noche.

No se si AMLO hubiera sido mejor presidente que el que tenemos. Finalmente ambos tienen un denominador común: son políticos mexicanos.

La esperanza sobre el cambio político murió hace mucho. No se si fue en aquellas memorables elecciones que perdió Cardenas frente a Salinas, o a los meses de que Fox se diluyó en una presidencia intrascendente convirtiéndose en el producto nacional más consumido (el pan Bimbo que es blando y no tiene huevos). La derrota de AMLO solo la enterró en un ataud tres metros bajo tierra.

Lo asombroso es nuestra pasividad ciudadana. Evidentemente estamos acostumbrados a hacer las cosas al márgen del gobierno. Pero muchos dependen de lo que el gobierno hace y todos, la mayoría, simplemente se dedica a esperar, a buscar, oler el hueso. Un hueso que está tan inalcanzable como la luna esperanzadora que gira sobre nosotros en el cielo (uso la luna porque dicen las lenguas que unos cuantos gringos ya fueron y la alcanzaron).

La tónica, independientemente del matiz político individual es la decepción. ¡¡¡Hasta cuando aguantaremos sin hacer nada, sin mandar mensajes, sin buscar una trascendencia nacional!!!
Hasta ahora solo me he topado con un puñado de gente que aprueba lo que está haciendo el gobierno en todas sus ramas, en todos sus poderes. Los demás no estamos conformes.

Votar anulando el voto con una consigna por lo tanto es mandar un mensaje poderoso. Es un mandar un mensaje de ya basta. Déjense de palabrería barata. De conciliaciones que no resuelven nada. Sean coherentes con lo que los mexicanos realmente necesitamos.

No necesitamos una guerra contra el narco. Necesitamos que ese poder subterráneo deje de manipular a nuestro país y la única forma de hacerlo es legalizando.

No necesitamos el sembrado de pánico, ni la permanente inseguridad. La única forma de lograrlo es exigir a los medios que dejen de ser amarillistas, repartir mejor la riqueza para que todos tengan un ingreso digno y no haya la tentación de hacer dineros fáciles recurriendo al crimen.

No necesitamos más violencia policiaca (como la que se va a presentar a través de la nueva "Ley de Policía" cuya aprobación fue tapada por la influenza), ni la presencia del ejército estadounidense para controlar a los mexicanos.

No necesitamos poner en peligro nuestra biodiversidad permitiendo que las compañías semilleras transgénicas pongan en peligro el maiz mexicano. (Somos la raza del maiz ¿lo recuerdan? No la de la hamburguesa...)

La lista de los no's impuestos es interminable.

¿Hasta cuando permitiremos que los pantanos políticos se conviertan en arenas movedizas que se traguen a todos?

Es hora de actuar.

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martes, 5 de mayo de 2009

Más sobre la pandemia

En estos momentos en México estamos viviendo una situación que, si bien parece no ser tan alarmante como parecía inicialmente, nos permite entrever muchos elementos que nos llevan a considerar esta amenaza real a la vida humana desde varias perspectivas que se han estado combinando.

Evidentemente la humanidad, y la vida en general, tiene a la enfermedad como un enemigo permanente. Pocos son los que llegan a morir naturalmente. Hoy en día se afirma (ver Deepak Chopra, “Cuerpo sin edad, cuerpo sin mente”; y “Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo”, entre muchos otros) que incluso aquella edad que consideramos “la vejez” y es el campo de especialidad de la gerontología, es una enfermedad de la que morimos prematuramente ya que el cuerpo humano está “programado” para vivir incluso más de doscientos años y el cuerpo “natural”, por ser el más maduro y el que usamos más tiempo, es el que hoy en día vemos como el cuerpo del anciano.

Entre todas las causas que originan nuestras enfermedades tenemos que considerar en primera instancia a aquellos que colectivamente llamamos gérmenes, una categoría que incluye todo tipo de organismos que pertenecen a la escala microscópica como los microbios, las bacterias y los virus.

A estos organismos los podemos caracterizar de varias maneras. La primera es que, desde un punto de vista evolutivo, son los habitantes más viejos de nuestro planeta. Estos seres unicelulares e incluso precelulares (el caso de los virus aunque todavía hay un gran debate en la biología sobre que es exactamente un virus), fueron los primeros en aparecer en ese caldo molecular que se originó en la Tierra primigenia cuando los factores químicos y climáticos fueron idóneos para el desarrollo de la vida.

Los científicos que se han especializado en estudiar la existencia de vida en el espacio, han llegado a afirmar que esta forma de vida probablemente es la más común en el universo. De hecho, esta forma de vida es la norma en nuestro universo y cualquier manifestación vital más sofisticada (como la que existe en la Tierra) es la excepción que confirma la regla.

Si contemplamos la vida en la Tierra como una lucha por la primacía, es evidente que los microorganismos son el enemigo a vencer si algún día la humanidad realmente aspira a hacer suya la sentencia bíblica de que somos la “culminación y los dueños divinamente designados de la creación.” La frase no dice exactamente eso, pero en estos momentos no tengo apetito de buscar la cita en mi ejemplar de la Biblia, ya que por la tarde me tuve que echar un round de debate con uno de esos fanáticos cristianos que insistían en que si no crees en su Jehová y te acuestas en el regazo de Jesús, -algo difícil de lograr con alguien que lleva muerto dos mil años y que además, con toda probabilidad, es una figura mítica compuesta que ni siquiera vivió- estás satanizado y condenado a la hoguera eterna.

En todo caso, médicamente podemos usar esa metáfora satánica afirmando que el diablo de la medicina son justamente esos bichos microscópicos. Los médicos viven una constante guerra contra esos organismos. Ellos son el enemigo a vencer y, si algún día lográramos salir victoriosos, estaríamos mucho más cercanos no solo de ser los ya mencionados reyes de la creación (una perspectiva que obviamente me resulta poco interesante) sino también a disfrutar de vidas mucho más prolongadas cercanas a las dos centurias o hasta más largas (cosa que, si se solucionan paralelamente algunos elementos más como el tener que trabajar para vivir, si resulta atractiva y digna de considerarse como caballo de batalla).

El pequeño problema es que nuestro enemigo es un guerrero con toda la existencia de la vida en la Tierra como experiencia acumulada y nosotros, por lo menos nuestros médicos, se están enfrentando a el como un bebé, en pañales, que se escuda con una rueda de papel y va armado con dos armas que equivalen a usar arco y flecha contra tanques blindados.

El escudo de papel de ese bebé son las vacunas. Sus armas los antibióticos y los antivirales.
Aclaro que no quiero desdeñar en ningún momento las importantes aportaciones que ha logrado la medicina en esta guerra. Las vacunas han ayudado a nulificar la gran mayoría de las enfermedades que hasta hace no mucho tiempo eran las principales causantes de que la mayoría de nosotros no llegáramos a la edad adulta. Si hace cien o ciento cincuenta años enfermar de viruela, paperas, polio, tosferina, escarlatina o rubiola era un albur en el que la muerte casi siempre salía victoriosa, hoy en día, ya no consideramos esas enfermedades como un problema sanitario significativo. A todos los niños se les vacuna preventivamente contra la mayoría de estas enfermedades y a raíz de ello la mortalidad infantil ha disminuido significativamente (teniendo como consecuencia evidente el crecimiento demográfico explosivo que nos ha enfrentado a toda una serie de disyuntivas nada fáciles de solucionar).

Si aún así llegamos a enfermar por culpa de alguno de esos minúsculos enemigos, recurrimos a nuestras armas médicas: el antibiótico y/o el antiviral.

Pero he aquí que nos enfrentamos a un dilema. Por un lado, sobre todo a las prácticas de la automedicación tan subliminalmente promocionada por la industria farmacéutica, esas armas están perdiendo rápidamente su efectividad gracias a un blindaje bastante efectivo que poseen nuestros enemigos que conocemos con el término de mutación. Y en efecto, la gran maravilla de la vida microbiana no es solo su antigüedad en el planeta sino su dinamismo. Si queremos observar el cambio sucediendo prácticamente frente a nuestros ojos, basta con mirar por el tubo de aumento de un microscopio.

Por el otro lado, resulta que esos aparentes enemigos también son nuestros aliados y amigos. Muchas de las funciones metabólicas que suceden en nuestro cuerpo no serían posibles sin la participación de una gran cantidad de estos organismos que pululan el interior de nuestro cuerpo. Tan solo la digestión cotidiana emplea a millones de bacterias sumariamente conocidas como la flora intestinal, razón por la cual la ingestión de antibióticos termina causando graves problemas digestivos a todo aquel que los tiene que ingerir por periodos más o menos prolongados. Literalmente podemos decir que en estos casos el tiro suele salir por la culata.

Los antivirales son de aparición más o menos reciente. Se trata de medicamentos más sofisticados y especializados que los antibióticos. Son drogas diseñadas para combatir un grupo reducido de virus y, hasta ahora, solo han sido efectivas casi exclusivamente para atacar el virus de la influenza, uno de los virus que atacan con más frecuencia y el que lleva más muertes en su registro histórico… Pensemos tan solo en los 40 millones de muertos de la “Gripa Española” finalizando la Primera Guerra Mundial, o el virus importado por los españoles que mató a más de la mitad de los habitantes de Tenochtitlan y ayudando así a que los hispanos se adueñaran de México. (Cabe aclarar que algunos investigadores señalan que se trató de la gripa y otros de la viruela, en todo caso se trató de uno de esos gérmenes de los que estamos hablando).

Por si esto fuera poco alrededor de la guerra contra los bichos se han generado toda una serie de intereses que rebasan por mucho los meros intereses de la salud humana y la han convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo. Ese negocio no tiene absolutamente nada de altruista y a penas está comenzando.

Las grandes compañías farmacéuticas están invirtiendo grandes cantidades de dinero en la investigación sobre esta materia. Evidentemente es una rama que ha sido altamente redituable al tener no solo un público consumidor cautivo, sino incluso obligado al consumo. Pero los laboratorios no se han conformado con sacar provechos millonarios a sus medicinas. Quieren más. Y una de las formas con las que se están garantizando ese “mas” es a través de las patentes. Aceptemos la validez de la patente mientras una empresa amortiza sus inversiones. El aspecto que resulta totalmente inaceptable en torno a este tema es que muchas de estas empresas están registrando y comprando las patentes sobre cuanto organismo nuevo se está descubriendo (o incluso creando artificialmente mediante la manipulación genética). Esos acaparamientos de patentes tienen dos consecuencias graves.

La primera es que, al tener la patente sobre el organismo, las compañías están dificultando enormemente la investigación sobre los mismos en los ámbitos científicos que no tengan los recursos suficientes para pagarles los derechos de patente. Esto significa, entre otras cosas, que los tiempos de investigación están siendo artificialmente supeditados a los intereses de mercado de las grandes compañías y no a las necesidades humanas prácticas. Las enfermedades que padecen los habitantes del “primer mundo” tienen muchísima más prioridad que las que padecen aquellos que viven en las zonas menos desarrolladas del mundo. En la pobreza, por el otro lado, la vulnerabilidad de los seres humanos para ser atacados es evidentemente mayor que la del décimo rico de la población mundial.

(Un ejemplo de esta situación es el famoso Viagra que no responde a una enfermedad real, sino a un cuadro más que nada psicosomático que se deriva del estrés urbano. Como el habitante urbano tiene más dinero que el rural, se le ha puesto mucha atención a este problema dejando a un lado la investigación sobre enfermedades que en un momento dado pueden afectar a un número mucho mayor de personas.)

La segunda es que el mercado de los fármacos ha dejado de ser un mercado libre regulado por la oferta y la demanda ya que en el imperan los monopolios de tratamiento. Si una sola compañía tiene la patente sobre el virus y además es la única productora del medicamento que lo ataca, evidentemente puede hacer en el mercado lo que se le antoje. El resultado evidente de esta situación es una escalada mundial en los costos de los medicamentos. Una escalada que está quebrando todos los servicios médicos públicos del mundo limitando el acceso al tratamiento a miles de millones de seres humanos.


Otro aspecto sumamente problemático que atañe nuestra guerra contra los gérmenes es nuestro consumo de carne. La industrialización de la producción ganadera en condiciones completamente infrahumanas (o mejor “infra-animales) al mantener a los animales en establos o jaulas sumamente reducidas y con una dieta que no les es en absoluto natural ha ocasionado que estos animales estén permanentemente enfermos por lo que requieren de gran cantidad de cuidados veterinarios y enormes cantidades de medicamentos. Se calcula que el 60% de todos los antibióticos que se producen actualmente no son suministrados a humanos enfermos sino a los animales cuyos productos, lácteos, huevo, carne, etc., terminamos consumiendo. Esto significa que nuestros enemigos, los gérmenes, ya no solo tienen la necesidad de mejorar sus capacidades de mutación al ser atacados dentro de los cuerpos humanos, sino, sobre todo, al encontrarse en los cuerpos de los animales de criadero.

El virus de la influenza porcina es justamente el producto de una de estas mutaciones que hizo alguna cepa para escapar de los ataques antibióticos. Los científicos de la UNAM han detectado trazos de virus originalmente aviar, porcina, humana (americana y euro-asiática) en el virus que actualmente nos aqueja. Es evidente que solo la sofisticación mutante permitirá que estos gérmenes sigan sobreviviendo y el incremento de esa sofisticación hará que su combate sea cada vez más difícil.

La tónica aparente con la que actuó el gobierno mexicano se deriva de esta lógica. Al tratarse de una mutación nueva, nadie sabía cómo combatir el brote y eso fue lo que detonó la alarma. En esta ocasión tuvimos suerte. Al parecer los medicamentos existentes resultaron eficientes para controlar el virus. Y, aunque la alarma no se ha apagado, podemos regresar a la vida cotidiana con un respiro.

El pequeño detalle es que solo es cuestión de tiempo de que aparezca una mutación que represente un reto no superable para el desarrollo de la medicina. Cuando eso suceda, los cuarenta millones de muertos del brote de gripa española que sucedió hace ya casi noventa años, será como comparar los muertos de una batalla de la Europa Medieval con los que murieron durante la Segunda Guerra Mundial.

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lunes, 4 de mayo de 2009

Actualizaciones de hoy, 4 de mayo

Agregué materiales adicionales al capítulo 9 de Sofía.

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sábado, 2 de mayo de 2009

La democracia actual: entre la caridad política y el engaño ciudadano…

(entrada para el capítulo "Fundamentos sobre el anarquismo..." de el Anarquista Místico)

That all men are equal is a proposition which, at ordinary times, no sane individual has ever given his assent. - Aldous Huxley

Tiempos electorales. Conforme se acerca la gran fecha, los spot publicitarios aumentan, se convocan mítines, se llenan estadios para escuchar el discurso del candidato, el pueblo se moviliza, algunos activa, otros pasivamente. Todos toman conciencia por unas semanas, meses, de su calidad ciudadana. Cada uno se convence de que su voto puede hacer la diferencia…
En países como el nuestro, la publicidad electoral no es solamente la de los partidos y candidatos, sino que también incluye una importante campaña de convencer al ciudadano para que esté preparado y acuda a las urnas. Esta última campaña casi siempre resulta la del partido derrotado, el abstencionismo, si tuviera validez electoral, siempre tendría el voto mayoritario. Pero los no votantes son desdeñados como una despreciable minoría de malos ciudadanos. El hecho de que expresen, posiblemente, el desdeño que se les imputa en la dirección contraria, hacia sus gobernantes, es una de esas improbabilísticas políticas asimismo desdeñables.

“Voto por voto, casilla por casilla, urna por urna,” clamaban los derrotados sospechando el fraude. La última instancia nunca es ni ha sido ciudadana. En las elecciones controvertidas intervienen los tribunales y, como lo vimos con Gore-Bush en el 2000, o AMLO-Calderón en el 2006, fallan inapelablemente. Los perdedores no siempre se atienen a las consecuencias. Pero no han podido lograr mucho contra las decisiones que vienen de arriba. Después de todo el poder judicial, el tercer poder por el que casi en ninguna parte se vota, es la cereza que corona el pastel de nuestra amada democracia.

Pero si el poder judicial es la cereza, los medios masivos de comunicación son la crema que cubre el pastel, el gran legitimador-empañador-engañador, detrás del cual se esconde el verdadero pastel. (recomiendo los videos de Noam Chomski, Manufacturing Consent en el blog del capítulo del Anarquista Místico, hasta abajo)

Un sistema político representativo que no representa nadie más que a si mismo. Y este representarse a si mismo en realidad no tiene nada que ver con los anteojos ideológicos que tienen puestos aquellos que participan en el sistema. Muchas, demasiadas veces se ha dicho que los partidos políticos no son otra cosa, que alas diferentes de una misma empresa.

Los casos que podemos enumerar son numerosos. ¿Alguien tiene alguna idea cual es la diferencia entre los republicanos y demócratas en los Estados Unidos más allá de que los primeros usan el elefante como mascota y los segundos el burro?, ¿Alguien tiene alguna idea como es que un Partido Ecologista –el mexicano- puede recurrir a métodos electoreros tan contrarios a su ideología de origen como proponer la pena de muerte y no llevarse más castigo que ser expulsados de la “Internacional Verde”?, ¿Alguien puede explicar cómo es que se puede Institucionalizar una Revolución y regir un país durante 7 décadas sin que nadie le pida una rendición de cuentas sobre esa paradoja primaria?, ¿Alguien puede entender como el comunismo marxista se pudo convertir en un capitalismo de estado?

Ciertamente no encontraremos ninguna de estas respuestas en los medios de análisis político convencionales. Este análisis no puede, o no ha querido trascender la agenda establecida por la polaridad izquierda-derecha imperante. Y, cuando ha aparecido algo nuevo, algo propositivo, aquellos que controlan el sistema se han encargado de torcer la novedad a su conveniencia para continuar matizadamente en lo mismo.

Este es el marco en el que encontramos a la democracia moderna. Se nos dice que cada voto, que mi voto es importante. Y lo es. Ese voto, mi voto, es absolutamente imprescindible para mantener las cosas en el lugar en el que se encuentran. Un voto no cambia nada, muy al contrario, es la firma ciudadana debajo del invisible contrato social.

Analicemos el asunto un poco más a detalle.

¿Quiénes son aquellos por lo que puedo votar? Se puede argumentar de que son ciudadanos comunes y corrientes y lo son, hasta que comienzan a buscar una carrera política. Esta carrera los convertirá en ciudadanos ya no tan comunes y corrientes. Se convierten en ciudadanos con una filiación política. Un ciudadano común y corriente no puede acceder a las filas del poder. Tiene que ir pasando por toda una serie de filtros y pruebas para lograr su cometido. Los meritos que tiene que hacer en el camino lo alejan cada vez más de aquello que tuvo en mente al iniciar el camino. Se adapta, rinde pleitesías, accede a tratos, regatea por posiciones, comienza a roer el hueso, y, si es lo suficiente mente hábil, logra comerse el túetano. Para entonces ya es demasiado tarde para seguir siendo ciudadano. Su nombre se convierte en parte de esa “H” que permea el panorama político mexicano, una “H” que nunca se sabe bien a bien si se deriva de “heróica”, de “honorable”, heroico por el esfuerzo, por la gloria de haber obtenido la victoria en el camino, honorable por la honra del título, en muy contadas ocasiones por denotar una ética personal en el personaje.

Las instituciones que se encargan del filtrado, de torcer y adaptar las buenas intensiones de ese ciudadano común y corriente a los cánones establecidos son los partidos políticos. Unas instituciones que reproducen, más o menos eficazmente la virulencia de los acomodos del sistema en su totalidad. Cada uno de esos partidos tiene sus héroes. A sus Campas, sus Gómez Morín, sus Elías Calles, sus Ebert, Adenauers, Lenins, Trotzkis, Nehrus, Gandhis, Mandelas, Jeffersons y Roosevelts. Incluso los contra-héroes no son escasos: Hitler, Mussolini, Stalin, Sukarno, Perón, González Torres.

Con tan solo recorrer un poco los contenidos de la vendimia electoral que realizan esos filtrados personajes nos damos cuenta que ya son algo diferente al común denominador ciudadano. Sus promesas electorales obedecen a lo que imaginan ser las grandes necesidades ciudadanas: trabajo, educación, salud, seguridad, patria… Ya están muy alejados de aquello que son las verdaderas inquietudes: comida en el plato, electricidad sin efectos de discoteca, la fiesta de quince años de la primogénita, amistades genuinas, solidaridad humana, con quien intercambiar, por quien sufrir el amor, vivir para que valga la pena vivir.

Desde la óptica del común y corriente para todo ello no es necesario que se trabaje (podría ser gratis), o tener la credencial del partido (a menos que sea necesaria para obtener algunas prerrogativas especiales), vivir no cuesta nada. No le tiene que pagar nada a la naturaleza para estar vivo. Los que le demandan los pagos son esos humanos diferentes a él que están ubicados en esas pirámides invisibles que sostiene en sus hombros ciudadanos.

Si no fuera por los señuelos llamados democracia colgados de la base de la pirámide y que de vez en cuando atrapan y anteponen una “H” al ciudadano común y corriente, la pirámide, desde hacer rato, estaría tan en ruinas como aquellas que construyeron los antepasados.

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viernes, 1 de mayo de 2009

Una propuesta sistémica basada en la realidad geométrica del universo. (Entrada para el Anarquista Místico)

Una propuesta sistémica basada en la realidad geométrica del universo.

(Entrada para el capítulo 3.1 La reestructuración sistémica de la sociedad, el Anarquista Místico)

Uno de los errores fundamentales de nuestra organización social es su estructura basada en pirámides jerárquicas no coordinadas. Cada una de las pirámides existentes es un generador potencial de violencia, peligros, irresponsabilidad, errores de apreciación ética, etc. Al no estar coordinadas las pirámides estos factores potenciales de negatividad se amplifican y amenazan la supervivencia del todo. El mundo está, por lo tanto, constantemente al borde de la extinción y esa amenaza es inevitable. Basta con que una de las pirámides intencional o no intencionalmente haga algo que entre en el sistema para que todo el sistema se derrumbe.

Los trabajos de investigación de Drunvalo Melchizedeq (La flor de la vida), Richard Hoagland y Nassim Haramein, entre otros nos muestran claramente que la geometría sagrada nos enseña que el elemento organizativo fundamental en el universo es el tetraedro estrella dentro de la esfera.





De acuerdo a la teoría del campo unificado de Haramein, que se basa en la dinámica del movimiento y el efecto del torque, entre otras cosas más complejas, el tetraedro estrella permite la replicación del sistema hacia el interior en intervalos fractales de 64 y la esfera replica el sistema hacia el exterior en intervalos fractales de 8.

El I Ching (y el ADN) nos habla de una configuración en base a 64 hexagramas (codones del ADN). Un tetraedro simple está conformado por 6 líneas (3 en el tríangulo base y 3 líneas paradas inclinadas que conforman los tríangulos superiores del tetraedro). Es decir que cada hexagrama conformaría un tetraedro y tendríamos 64 diferentes.


Todavía habría que estudiar como sería el paso de convertir estos 64 tetraedros en tetraedros estrella. Una idea que tengo es conformar 64 tetraedros estrella con los trigramas superior e inferior de cada hexagrama. Otra sería incrustar hexagramas polarizados. En este caso el tetraedro ideal es el conformado por los hexagramas 1 y 2 del I Ching. Uno, con la polaridad yang –líneas continuas- y el otro con la polaridad ying –líneas discontinuas. Idóneamente este tetraedro estrella, se conciba como se conciba tendría que estar conformado por un tetraedro masculino y otro femenino.

Sin explorar el punto con más detalle de sobre los problemas geométricos que todavía tengo que resolver, hay que señalar que la doctrina de la polaridad del I Ching, nos permite muchas otras configuraciones sociales posibles a parte de la arriba señalada.

Por ejemplo: recursos naturales – manufactura de bienes. Si un sistema, como el actual, concentra todo su esfuerzo únicamente en la manufactura de bienes, tarde o temprano la polaridad de los recursos va a responder impidiendo que continúe el fluyo de recursos hacia la otra polaridad. En algunos aspectos esto ya lo estamos viviendo. El famoso punto de pico que se ha calculado para el petróleo es el punto de transición donde la polaridad de recursos comienza a jalar la atención de la polaridad de la manufactura y la obliga a cambiar para poder restablecer el equilibrio del todo.

Si la polaridad de la manufactura de bienes no tiene una claridad absoluta sobre lo que existe y funciona dentro de la polaridad de recursos está, por decirlo de alguna forma, trabajando a ciegas o por lo menos a la mitad de su capacidad. Esto aumenta temporalmente el poder relativo de aquellos que controlan ese lado de la polaridad, pero cuando responde el opuesto, no solo pierde ese poder sino que es rápidamente nulificado y absorbido por el punto de equilibrio imposibilitando probablemente la continuación misma del aprovechamiento del recurso. Hasta que el equilibrio no quede totalmente reestablecido el recurso no puede ser usado. Si consideramos la producción geológica del petróleo, esto puede tardar millones de años…

Esto básicamente significa que todo sistema social funcional tiene que crearse a partir de la coordinación de 4 factores (uno por cada lado o arista de un tetraedro) polarizables y coordinados tanto en su interior, los cuatro factores mismos, como hacia el exterior, los cuatro factores polares y todos los demás subsistemas que se quieran concebir.

Esta organización en 4 (8) es una de las enseñanzas básicas que vemos en la naturaleza. Su traducción hacia lo humano lo encontramos en la enseñanza de los 8 trigramas del I Ching.
Iniciemos por verlo como una familia de 8 integrantes. El primer tetraedro tendría al padre en la punta y tres hijas en la base. El segundo tetraedro tendría a la madre en la punta y a tres hijos en la base. El poder del padre se equilibra con sus hijas. El de la madre con sus hijos. La punta superior e inferíor del tetraedro estrella conformado por estos dos tetraedros tendría al padre y a la madre en las puntas quienes inicialmente tienen la responsabilidad de interactuar con el sistema social exterior, pero también tienen la función fundamental de replicarse en sus hijos (¿sería esto una explicación psico-energética sobre por qué la mayoría de los padres intentan e incluso imponen sus visiones –muchas veces frustradas- sobre el mundo en sus hijos?) Ese proceso de replicación lo conocemos con el nombre de educación, pero, evidentemente la educación no es el único factor ya que también intervienen afectos, nutrición, protección, etc.
Claro que un modelo de este tipo tiene algunas implicaciones idealizantes que no se dan en la realidad. Rara vez encontramos una familia que tenga exactamente 3 hijos y 3 hijas. Demográficamente el modelo no es sustentable ya que su existencia universal implicaría un crecimiento que duplicaría la población mundial en cada transición generacional. ¿Pero no es justamente esta inexistencia real del modelo lo que podría responder a muchos de los problemas que surgen al interior de la familia cuando algunos “puestos” están ausentes y tienen que ser llenados, suplantados, sustituidos, compensados por otros elementos?

La existencia del modelo no implica que este sea real. Es un modelo y tenemos que usarlo como tal.

Los 64 hexagramas del I Ching se pueden considerar como 64 modelos de familia diferentes cada uno de los cuales presenta una dinámica fundamentalmente diferente. Este es justamente el punto que nos presenta las mayores ventajas del modelo. Es intrínsecamente dinámico, como la vida misma y por lo tanto, el tener como real a la configuración “ideal” de una familia arriba descrita, eliminaría ese potencial dinámico sustituyéndolo por un orden estático sin crecimiento. En un sistema dinámico el orden como tal no existe, el orden es producto de cómo se organizan dinámicamente los elementos en torno al ideal, pero el ideal nunca se alcanza.

Lo podemos ver en cada árbol en la naturaleza. El orden matemático del crecimiento de un árbol sería en base a una secuencia binaria (2, 4, 8, 16, etc.) o aúrica (1, 1, 2, 3, 5, etc.). Pero si esto sucediera, todos los árboles serían exactamente iguales. No tendrían, por decirlo de alguna forma, un potencial individualizador. No se podrían adaptar al hecho de que el árbol contiguo les estorba eliminando parte de la luz solar, que hacia una dirección en el suelo haya más nutrientes que en otra, o incluso no tendrían la capacidad de adaptar su resistencia a los vientos imperantes en la zona donde crecen e irremediablemente serían arrancados por el primer ventarrón que se presente. Un árbol, por lo tanto, siempre tiene la opción de escoger entre los dos modelos de crecimiento matemáticos descritos arriba, y lo hace buscando la mejor solución a su circunstancia temporal.

El problema histórico fundamental de los seres humanos es que –casi- nunca hemos tenido la capacidad de mantener el dinamismo polar una vez que hemos escogido (o impuesto brutalmente) un modelo de orden social. Siempre hemos tendido a acentuar las virtudes de uno de los tetraedros, descartando y oprimiendo el complemento. Esto ha producido órdenes sociales estáticos que solo se pueden mantener en su lugar mediante medidas que necesitan involucrar un gran número de recursos que desgastan todo el sistema y no le permiten crecer ni evolucionar adaptativamente a las necesidades sociales que demandan constantes cambios.

Lo podemos ver claramente si aplicamos esta óptica a los sistemas políticos existentes actualmente. Podríamos decir que uno de los tetraedros es el gobierno, mientras que el otro estaría conformado por el pueblo.

Prácticamente todos los gobiernos actualmente existentes están organizados en una estructura de dos o tres poderes (parlamentario y judicial, o ejecutivo, legislativo y judicial). Todavía no se ha creado un modelo de cuatro elementos que cubrirían las necesidades de equilibrio del tetraedro, por eso siempre existe el peligro de que algo en el nivel gubernamental mismo (los militares, las cúpulas empresariales, los sindicatos, las lobbies, etc.) que asumen temporalmente el rol de esa punta (puntas) ausente(s) logren desequilibrarlo. Incluso cabría el argumento de que la oposición solo logra asumir el control del poder si antes de hacerlo tuvo la capacidad de observar y asumir las cosas desde la perspectiva de esa punta no ocupada.

Pero en nuestros sistemas políticos no solo tenemos esos tetraedros incompletos, por lo que los órdenes imperantes suelen ser pirámides jerárquicas, sino que se descarta por completo la interacción con el tetraedro complementario del pueblo. El argumento de que el voto es justamente esa interacción es a todas luces insuficiente ya que la interacción es meramente coyuntural (las elecciones, una revolución, etc.) y no existen los mecanismos para que el pueblo pueda siquiera hacer llegar sus inquietudes hacia el tetraedro gubernamental.

Peor aún es que ningún sistema político hasta ahora ha previsto una implementación de una estructura tetraedral en su pueblo. Ni siquiera existe la noción de que el pueblo, como tal, pueda tener la posibilidad de organizarse, es una simple masa a la que se le anonimiza degradatoriamente: son tontos, manipulables, ignorantes, no saben ni lo que quieren ni lo que necesitan, etc., etc., etc.

Uno de los esfuerzos más significativos de todos los sistemas políticos siempre ha sido la eliminación o coptación sistemática de cualquier impulso organizativo que se pueda dar en el interior de esa masa anónima del pueblo. Si la gente se sindicaliza, los sindicatos son jalados hacia la estructura gubernamental (el corporativismo priista mexicano es un ejemplo brillante), si la gente demanda cambios ambientales sus representantes son aglutinados en partidos políticos e incorporados en los parlamentos, si los estudiantes se rebelan, sus líderes son incorporados en los partidos de izquierda. La esencia siempre es la misma. Impedir que aflore una organización al interior del pueblo.

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La búsqueda de una militancia por el futuro.

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Por lo pronto imagino cuatro campañas y ando trabajando en ellas:

Pensar global, actuar local.
Acciones en la vida cotidiana que cualquiera puede hacer

Si a la legalización, no a la narcoviolencia
¿Cuales son las razones que hicieron ilegales las plantas de poder? ¿Quiénes son los que ganan con el narcotráfico? Ya basta del narcoterror. La única forma de ganar esa guerra es legalizándo las drogas y hay muchas razones a favor de la legalización.

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En la novela de Sofía 2012, mucho gira en torno al partido Ollin México. ¿Cuál sería la plataforma política de ese partido? ¿Podríamos conformarlo?

Cambiemos el dinero
Info sobre el dinero abierto
Una colección de links, más que una campaña para manternerte informado de que es lo que pasa con el dinero... y cuales son los caminos para cambiarlo.

Ve al portal de mis propuestas de campaña

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